Enrique González Ospina
Ciencia y misticismo
En la antigüedad, los objetivos de la ciencia eran la sabiduría, comprender el orden natural y vivir en armonía con él. Se buscaba la ciencia “para gloria de Dios” o, como decían los chinos, para “seguir el orden natural” y “fluir en la corriente del Tao”.
Pero, durante toda la época medieval, más de 1.000 años, esa perspectiva cambió radicalmente. Durante todo el oscurantismo la iglesia era la proveedora de la verdad, su dogma era ley, su poder era absoluto, legislaba no sólo respecto del mundo espiritual sino que también decía cómo tenía que comportarse el universo físico. La ciencia desapareció durante esta tenebrosa época, sometida a la “santa inquisición”.
A partir de Galileo y Newton, continuando con el genio de Einstein, la ciencia recuperó su importancia, y con la aparición de la Física Cuántica, a principios del siglo XX, se descubrió que no había fronteras entre ciencia y misticismo, entre materia y Conciencia, entre arriba y abajo, entre dentro de sí y fuera de sí. Todo es Conciencia. Todo es Uno. Uno es Todo.