Enrique González Ospina
Aprendiendo a Morir
En la primera parte contiene 14 reflexiones dirigidas al intelecto de quien está interesado en el tema de la muerte, para comprender desde la mente que la Vida real es eterna; es decir, que quizás nada muere, excepto el “yo”.
Si la persona, en vida, ha activado su Conciencia, su Testigo Interior, a la hora de la “muerte” el Testigo trasciende y el cuerpo se transforma en otras “formas” energéticas, sin que nada se extinga.
Es decir, que nada muere para siempre, excepto el ego.
En la segunda parte el libro contiene 34 prácticas meditativas aplicadas directamente a la “muerte”, inspiradas en el misticismo de Oriente. Las últimas 10 son de evidente origen tibetano.
Las primeras meditaciones pueden ser practicadas por la persona en solitario, enferma o sana, pero las últimas 10 exigen el acompañamiento y colaboración de alguien con experiencia meditativa, por su crudeza y realismo.
La colaboración de otra persona con experiencia meditativa evita que el meditador se exponga a estados de confusión o pánico.