La persona común, aunque cree que actúa libremente, sus acciones están predeterminadas por el estado de su confusión mental, por su pensamiento reactivo, y por su ignorancia de sí-mismo.
En otras palabras, cuando hace algo, realmente está reaccionando estimulada por diferentes estímulos externos o impulsos emotivos inconscientes interiores.
Entonces, ¿cuál es el valor de ese hacer reactivo, inconsciente? Ninguno.
Podríamos intentar una opción distinta: un no-hacer, desde un estado de Atención abierta a la totalidad, los sentidos abiertos a la totalidad, observando el suceder interno y externo, sin intervenir.
¿Qué pasaría?