Las creencias son creaciones de la mente cuando no comprende el suceder, la realidad del Aquí-Ahora. La realidad es un hecho que puede ser percibido sin necesidad de creencia alguna.
Las montañas, los ríos, los animales, las flores, el cuerpo, el amor, el hombre, el sufrimiento de la humanidad… son hechos que no necesitan ser creídos.
Necesitamos de una creencia cuando queremos escapar de un hecho hacia una realidad.
Cuando no comprendo “lo que es” escapo hacia “lo que no es”, mediante alguna creencia.
Estamos confundidos porque no comprendemos casi nada, y pensamos que mediante la creencia aclaramos la confusión; es decir, la creencia se superpone a la confusión y a la ignorancia, y esperamos que, con eso, la confusión se aclarará, la ignorancia desaparecerá y la verdad se revelará.
La creencia es la negación de la comprensión y de la libertad para indagar, investigar por sí mismo, dudar, cuestionar.
Solo cuando la mente está libre de ideas y creencias puede haber una experiencia directa de “lo que soy”, de “lo que es”, aquí-ahora.
Ni las ideas, ni las creencias, son la verdad. En el proceso de la evolución de la conciencia toda creencia debe ser ignorada. La percepción pura de la realidad, sin un solo pensamiento, es la vía hacia la Verdad absoluta.
