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El ser humano común vive en un estado psicológico denominado “estado de vigilia”, en el cual sólo posee un darse cuenta cerebral, biológico, sin conciencia de sí mismo ni de la realidad exterior.
El estado de vigilia protege la vida, pero no es un estado de conciencia de la realidad.

En ese estado suceden todos sus procesos mentales y emocionales, todos ellos reactivos, según los estímulos externos que perciban sus sentidos.

Desde este estado, similar al sonambulismo, atrae la calidad de sus circunstancias: sus relaciones, su hábitos, sus amores, sus lecturas, sus pasiones, sus adicciones… y sus sufrimientos.

Este artículo explica cómo es que la percepción pura de la realidad, sin pensar, es la vía de la transformación del propio ser interior, que es la calidad de la propia vida.

Es la observación interior la que transforma lo observado, ley aceptada incluso por la Física Cuántica, y tal transformación se manifiesta como niveles superiores de Conciencia.

Como todo es Conciencia, según la sabiduría de Oriente, todos los estados internos son “formas” de la energía, transmutables en Conciencia mediante la observación pura, sin un solo pensamiento.

Del desorden interior nace la flor de loto.

Compilado por:

Enrique González Ospina.

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