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El miedo de cualquier clase engendra ilusión, embota la mente, la torna vana, superficial.
Donde hay miedo no hay libertad, y sin libertad no se puede vivir ni amar.

Todos tenemos alguna forma de miedo: miedo a la oscuridad, a la opinión pública, al dolor físico, miedo a la vejez; miedo al éxito, al fracaso, a la enfermedad, a todo… y miedo a la muerte.
Tenemos literalmente docenas de miedos, inconscientes de ellos, somos eso. ¿Es posible vivir por completo libres de miedo?

El miedo nos hace mentir, nos pervierte de distintas maneras, nos separa del otro, impide la relación afectuosa, nos aísla de la realidad, y nos conduce a una cotidianidad evasiva.
El miedo es el impulso que nos hace obedecer al gurú, al líder, al sacerdote, al gobierno, a toda forma de autoridad. Es el miedo el que nos mantiene atados al rebaño.

El miedo psicológico y la muerte

Pero, qué es lo que nos atemoriza, ¿el hecho o una idea acerca del hecho? ¿Tenemos miedo de la realidad o de lo que pensamos de ella? ¿Nos atemoriza el hecho de la muerte, o la idea de la muerte?
Cuando hay espacio entre la idea y el hecho, ese espacio se llena de miedo.
Sólo cuando estoy en comunión completa con el hecho no hay miedo.

Compilado por:

Enrique González Ospina.

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