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El hombre está biológicamente programado por la naturaleza y psicológicamente está condicionado por la sociedad, por el sistema económico y político.
La Gran Promesa de la revolución industrial, siglo XVIII, nos vendió la esperanza fatua de que la técnica nos haría omnipotentes, que la ciencia nos haría omniscientes, y que el consumo ilimitado nos haría felices.
Esa fue la Gran Promesa de un progreso ilimitado, dominar la naturaleza, abundancia material, mayor felicidad para todos y una libertad sin límites.
Ese fue el paradigma hedonista del consumo y el placer para ser feliz; principio del modelo capitalista aún vigente.
La nueva santísima trinidad: producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones, formaba el núcleo de una nueva religión, el progreso.

origen historico de su codicia

¿En qué va la ilusión?
Cuando el Papa Francisco afirma que: “La humanidad está en guerra. Guerra por el dinero, guerra por los recursos de la naturaleza, guerra por dominar a las poblaciones” resume el estado actual de la Gran Promesa del progreso ilimitado.
El hombre, olvidado de sí mismo, se entregó a satisfacer sus deseos y placeres, tal como lo exigía el sistema, y ha terminado en esto, en guerra contra todo, en guerra contra todos y en guerra contra sí mismo.

Compilado por:

Enrique González Ospina.

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