En la persona ansiosa hay una brecha profunda entre sus propósitos existenciales y el poder de su voluntad. Así, se siente una impotencia manifiesta para poder vivir serenamente el momento presente, puesto que entre la persona y la realidad surge toda suerte de pensamientos pesimistas y estados anímicos compulsivos, que le impiden ver la realidad “tal como es”, y descubrir su potencial creativo verídico.
La persona ansiosa busca soluciones y alivio sólo en el exterior de sí, procurando precipitar los acontecimientos, que todo sea ya, abandonando la fuente de sus perturbaciones, que es ella misma, su personalidad egocéntrica, su ambición por lograr, su codicia por llegar a ser.
La ansiedad es un estado de angustia, de zozobra, propia de una enfermedad llamada neurosis, que es un trastorno del sistema nervioso, sin que éste esté lesionado, propio de la persona perturbada.
No obstante, el ansioso dispone de la energía que es transmutable, mediante un Trabajo Interior, en niveles superiores de conciencia que constituyen su liberación y su autorrealización.