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El pensamiento ordinario es una reacción de la memoria ante una impresión sensorial.
Pero la memoria es limitada, condicionada por el conocimiento, fragmentaria y vieja, porque todo conocimiento es viejo.

Estas son las mismas cualidades del pensamiento.
Aún así, ese pensamiento restringido juzga y condena la realidad que sucede, Aquí-Ahora.
Al juzgar, se separa de la realidad, porque el juicio es como enmascarar la realidad, darle una significación mental que no corresponde con su naturaleza.

Cuando Ud. divide el mundo externo con sus juicios, cuando lo fragmenta –bueno y malo, bonito y feo, pecado y virtud– es porque Ud. ya está dividido internamente. Es Ud. el que crea la división externa.

Tal fragmentación mental, que ignora la realidad “tal como es”, es la fuente de los conflictos, las enemistades y las guerras.

vivir sin juzgar

Es necesario aprender a vivir sin juzgar, que crea orden, armonía, amorosidad, pero para ello el “yo” debe cesar, porque su querido “yo” es sólo un pensamiento más, el más agresivo de todos.

Compilado por:

Enrique González Ospina.

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