Un río fluye y cambia, de instante en instante, mientras se dirige hacia el Océano, sin saberlo. Cuando llega al Océano se disuelve súbitamente en él, y más nunca vuelve a ser un río.
Así es nuestra vida, fluye, cambia, inconscientes, sin saber de dónde venimos ni para dónde vamos, sin saber qué hacer con lo que nos sucede.
Mientras no comprendamos el secreto oculto en cada suceder de la vida, en cada instante, seremos vividos por las circunstancias, sufriendo y causando sufrimientos.
Necesitamos despertar para poder vivir conscientemente estas circunstancias que la vida nos ofrece y, en tal caso, descubriremos que esta vida es una dicha, un gozo, un éxtasis, porque nos habremos conectado con el misterio que oculta.
Dice el Zen:
“El Zen no es un sofisticado arte
de vivir. Consiste sencillamente en vivir,
siempre en la realidad, en su exacto sentido.”La grandeza de la vida no radica en el conocimiento, sino en el misterio que está oculto en cada suceder, en cada instante, en cada respiración.