El error fundamental del vanidoso es creer que sólo somos ego, “yo”, por lo tanto la razón de la vida es desarrollarlo, enaltecerlo, porque no dispone de ninguna otra perspectiva de vida.
En ese proceso cultiva cuidadosamente su prestigio, su estatus social, su imagen, viéndose sobresaliente, una especie de ideal humano que encarna cualidades ampliamente admiradas.
Pragmático, metódico, eficiente, calculador, arribista, trepador social, buscando implacablemente el éxito personal, sin importar a quien sacrifica. Narcisista, arrogante, exhibicionista, pretencioso, falso, sin compasión por nadie. Su estrategia es ser humilde con los poderosos y poderoso con los humildes.
Convierte la vida en un torneo donde necesita vencer a todos, sin importar los medios. No cultiva relaciones sino trofeos, hasta que finalmente termina solo.
No le importa ser amado, sino ser respetado, y preferiblemente ser temido. No obstante, siendo la vanidad una masa inmensa de energía egocéntrica, esa misma energía le podría permitir un proceso de autotransformación en la dirección de un Ser más profundo, amoroso, compasivo, meditativo.