Percibir y comprender todo este problema del pensamiento compulsivo, la influencia del conocimiento, el residuo de lo vivido que permanece en la memoria episódica, el hecho de vivir desde el pasado, todo esto es el camino de la meditación.
Percibir y comprender los conflictos en las relaciones, el miedo a todo, el sufrimiento compulsivo que habita dentro de nosotros, todo esto es el camino de la meditación.
Percibir y comprender lo falso y lo verdadero, lo bello y lo feo, lo que me gusta o disgusta, la codicia que me anima y la vanidad del “yo”, es un proceso que requiere un gran discernimiento, atención intensa, observación pura sin un solo pensamiento; esta actitud es meditación.
Observar conscientemente la realidad “tal como es”, ver la realidad que sucede sin opinión alguna, vivir en comunión con la vida que fluye de instante en instante, sin opciones, es meditación.
En consecuencia, existe la posibilidad de que se manifieste aquello que es intemporal, eterno, verdadero.
Meditar es “Ser en el hacer”.