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El materialismo de Occidente cosifica hasta los verbos; los transforma en sustantivos. El amar lo transforma en el amor, el vivir lo convierte en la vida, la comprensión la transforma en “tener” conocimientos, el respirar es entendido como la respiración…

En esencia, es la prevalencia del “tener” sobre el “Ser”.
Con las relaciones amorosas sucede lo mismo: el “relacionarse”, como un hecho vivo, lo convierte en la “relación” como una cosa que se tiene y se utiliza para propósitos egocéntricos.

Pero, lo que humanamente importa, no es “el amor” sino “amar”.
La relación está en su mente y el relacionarse está en su corazón, en su Ser.

Cuando lo que existe es la relación, puede haber comunicación verbal, mental, civilizada, como cuando el televisor nos habla o cuando le hablamos a un espejo.

La relación y el amor en la pareja

Cuando existe el relacionarse como algo vivo, el vínculo es la comunicación existencial, la comunión de las existencias, el encuentro de dos vidas y un único propósito: crecer, evolucionar, Ser, desentrañar el misterio que los une.
En tal caso, mi pareja es mi Maestro.

Compilado por:

Enrique González Ospina.

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