El Zen es una concepción de la vida que no pertenece a ninguna de las categorías formales del pensamiento occidental. No es una religión ni una filosofía; no es una psicología o cierto tipo de ciencia.
Es lo que en la India y en la China se conoce como un “camino de liberación”, y en este sentido es similar al Taoísmo, al Vedanta y al Yoga.
Como no es posible definir positivamente un camino de liberación, puede sugerirse que el Zen es, más o menos, como el escultor que revela la belleza de la figura quitando partes de la piedra.
Cuando las formas más ordinarias de su ser actual se disuelven en la nada, mediante la percepción no verbal, se va creando en su mente un espacio vacío de cosas y silencioso de pensamientos, donde se manifiesta la dicha de existir y se puede revelar el misterio de la Conciencia Pura.
Históricamente puede considerarse que el Zen es la fusión de las antiguas tradiciones de la cultura india y china, aunque en realidad es mucho más chino que indio y, desde el siglo XII ha arraigado con mucha profundidad en la cultura del Japón.
Por el lado de la India su origen es el Budismo, y por el lado de la China su aporte es el Tao.
Zen es vivir sumergido en la realidad, “tal como es”, de instante en instante, en su exacto sentido.