La consideración interna, que es un estado de identificación con los contenidos internos y, por lo tanto, un estado de enajenación, nos conduce a vernos como si fuéramos el centro del Universo. Como Copérnico, tenemos que comprender que no somos el centro del Universo, ni el centro de nada.
Por el contrario, la consideración exterior está basada en una relación con el prójimo a partir de la comprensión de lo que el otro es, lo cual exige comprender previamente lo que soy.
Si una persona está Presente, Despierta, en estado de recuerdo de sí, puede comprender que la otra persona es una máquina, como él mismo, y entonces se pondrá en su lugar, se meterá en su piel, y será capaz de comprender realmente lo que el otro piensa y siente.
Sólo entonces podrá hacer lo que debe hacer, o dejar de hacerlo. Sólo entonces podrá hacer el bien conscientemente, que es la compasión.