¿Alguna vez se ha sentado usted muy silenciosamente, no con la atención fijada en algo, no haciendo un esfuerzo para concentrarse, sino con la mente muy quieta, realmente silenciosa?
Entonces escucha todo. Escucha tanto los ruidos lejanos como los que están próximos, y también los sonidos inmediatos, muy cercanos, a usted, lo cual significa que presta atención a todo.
La mente no está restringida a un solo canal estrecho y pequeño.
Si puede escuchar de este modo, con facilidad, sin esforzarse, hallará que dentro de usted se produce un cambio extraordinario, un cambio que adviene sin que ponga voluntad en ello, sin que lo busque, sin esfuerzo.
En ese cambio hay gran belleza y profundidad de discernimiento.
Pero, usualmente escuchamos a través de nuestras ambiciones, deseos, temores, ansiedades, lo que será satisfactorio, nos brindará consuelo, lo que aliviará momentáneamente nuestro sufrimiento.
¿Puedo dejar de lado todas estas pantallas a través de las que escucho, y escuchar realmente?
Detrás de los sonidos hay un silencio, y en ese silencio interior reside la Verdad.